Historia de Cúcuta : La capital nortesantandereana empezó siendo una humilde encomienda indígena en 1550, ubicada en lo que hoy se conoce como el barrio cucuteño de San Luis. Esta ciudad, llamada con acierto por algún poeta “abanico de brisas, ciudad mediterránea”, tuvo como fundadora a doña Juana Rangel de Cuéllar. El 17 de junio de 1733, la señora Rangel de Cuéllar donó “media estancia de ganado mayor” (782 ha.), con el fin de fundar la parroquia de San José del Guasimal, primer nombre que tuvo la población. Durante el resto del siglo XVIII, la aldea vivió un progreso considerable debido al comercio; para la última década de esa centuria era la más floreciente entre las poblaciones de los valles del Zulia y Pamplonita. El 18 de mayo de 1792, por Cédula Real, Carlos IV, rey de España, le concedió el título de “Muy Noble, Valerosa y Leal”.
Un hecho que marcó la historia de la ciudad fue el fatídico sismo del 18 de mayo de 1875, que la dejó en ruinas, pero que sirvió para que surgiera una generación de cucuteños que llevó a la ciudad a ocupar los primeros lugares en el concierto nacional a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. A este grupo de líderes se le conoce como “la generación del terremoto”.
La riqueza de las tierras y la navegabilidad de los ríos cercanos que desembocan en el lago de Maracaibo hicieron de Cúcuta y los territorios aledaños un espacio de intercambio comercial muy activo desde la época de la Colonia, pues permitía la exportación e importación de productos del Nuevo Reino de Granada con el mar Caribe y la Capitanía General de Venezuela.
El cultivo intensivo de productos agrícolas para el mercado externo, como el cacao, también floreció aquí durante la última etapa de la Colonia y el comienzo de la república. Con la llegada de las luchas de Independencia, Cúcuta fue escenario de hechos trascendentales, dada su condición de próspera ciudad a medio camino entre Bogotá y Caracas. Desde Cúcuta, en 1813, Bolívar iniciaría su Campaña Admirable, y en 1820 sería la sede del Ejército Patriota, que triunfaría posteriormente en Carabobo.
A lo largo de los siglos XIX y XX, Cúcuta y la región seguirían prosperando, gracias al indeclinable comercio entre Colombia y Venezuela. Cúcuta fue sede del primer ferrocarril del país: el del Catatumbo, que se conectaría en 1888 con el Ferrocarril del Táchira, y produciría la primera integración binacional de este tipo en Latinoamérica. Con el final de las guerras civiles y el fortalecimiento de la interdependencia colombovenezolana, la actividad comercial se tornó en la gran protagonista de la economía cucuteña. En 1910, con la creación del Departamento de Norte de Santander, Cúcuta pasó a ser su capital. A finales del siglo XX y comienzos de este siglo, consecuente con su vocación histórica de gran urbe, Cúcuta manifiesta una gran renovación urbanística y una creciente actividad constructora.
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